

La histórica fábrica de porcelanatos ILVA, ubicada en el Parque Industrial de Pilar, cerró sus puertas el último viernes y envió telegramas de despido a 300 empleados. El gremio de ceramistas Focra denunció que la empresa “dejó tiradas en la calle a 300 familias” tras más de tres décadas de actividad.
La compañía había intentado aplicar un Procedimiento Preventivo de Crisis ante el Ministerio de Trabajo, que fue rechazado. Sin embargo, trabajadores señalaron que recientemente se incorporó nueva maquinaria, lo que acrecentó la incertidumbre sobre los motivos reales de la medida.
Los obreros acusaron a la empresa de querer modificar el régimen laboral “4x4” por un “6x1”, con reducción salarial y pérdida de beneficios como comedor, transporte y cobertura médica. “Pusieron un candado en la puerta y empezaron a llegar los telegramas de despido”, relataron en la protesta frente a la planta.
También exigieron que los directivos se presenten a dialogar tras la conciliación obligatoria dictada por la cartera laboral. “Queremos que den la cara, que expliquen qué va a pasar con nuestras familias”, reclamaron. Desde hace una semana mantienen un acampe frente a la fábrica.
El cierre de ILVA se sumó a la decisión de Kimberly-Clark, que trasladó su producción a San Luis, y de Kenvue (ex Johnson & Johnson), que se radicó en Brasil. En menos de tres meses, Pilar acumuló cerca de 700 despidos por el repliegue de grandes compañías.
El ministro de Economía bonaerense, Pablo López, advirtió en la red social X: “No van ni dos años de este Gobierno nacional y la destrucción de fábricas y empresas es la triste realidad de este modelo. Hay que ponerle un freno”.
La crisis se replicó en San Nicolás, donde miles de trabajadores de Ternium-Siderar, del Grupo Techint, marcharon hasta la Plaza Mitre para rechazar despidos y denunciar precarización laboral. Según la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), las cesantías alcanzaron a 250 empleados en contratistas de la acería.
El secretario general de la UOM, Abel Furlán, apuntó contra el CEO de Techint, Paolo Rocca, al afirmar que “no se puede precarizar a los trabajadores de la manera que lo está haciendo”.
Fundada en 1992, ILVA había alcanzado una producción de más de 4 millones de metros cuadrados de porcelanato por año, exportando a distintos mercados. Fue reconocida por innovaciones sustentables como la “eco-pasta” para reutilizar residuos industriales.
Su cierre definitivo representa un duro golpe para los obreros que dependían de la planta y deja a la región frente a un panorama de creciente desindustrialización y pérdida de puestos de trabajo.